Cuando Israel salió de Egipto,
"una gran multitud de mixtura de gentes subió con ellos" (Éxodo 12:38) y Nehemías también registra al pueblo de Dios con personas que podrían influenciarlos a la idolatría y las falsas creencias (Nehemías 13: 1-3). El problema no era ser extranjeros, sino influenciar a una fe diferente como ya advirtiera Moisés (Deuteronomio 23: 3-6).
Al retornar Nehemías de su viaje a la capital del reino, encontró al sumo sacerdote Eliasib el sumo sacerdote emparentado con Tobías el amonita por el matrimonio de este, siendo su esposa para la familia del sumo sacerdote. Eliasib lo puso a morar en un aposento del templo, quitando las cosas consagradas de allí y transformando ese gran espacio en un lugar de morada de su pariente. Eliasib, también había emparentado con Sambalat por el matrimonio de su hija con su nieto. Sanbalat y Tobías fueron fuertes opositores a la obra de la casa de Dios y la ciudad que llevaba su nombre.
Al ser leído el libro de Moisés sobre los extranjeros, separaron de ellos a todo extranjero que
“llamaran de elemento mezclado con extranjero” más se formara un complot poderoso contra el gobierno de Nehemías por la unión de la más alta jerarquía de la nación con los más fuertes enemigos de los judíos. La unión
"política" entre el principal líder religioso de los judíos con el amonita Tobias y el horonita Sambalate, que les daban a ambos una importancia principesca entre los judíos, convirtiéndolos en líderes y desacreditando el liderazgo de Nehemías.
Al enterarse de lo que el sumo sacerdote había hecho con el espacio sagrado Nehemías se indignó y se irritó profundamente a punto de determinar y dice: Y me dolió en gran manera; y arrojé todos los muebles de la casa de Tobías fuera de la cámara, al ver lo que se había hecho con el espacio sagrado (Nehemías 13: 1-9).y les dije que limpiasen las cámaras, e hice volver allí los utensilios de la casa de Dios, las ofrendas y el incienso.
Eliasib se había unido con dos de los mayores enemigos de la nación judía (Nehemías 2:10, 19). Sabía lo que habían hecho, porque incluso había trabajado con sus hermanos para reconstruir los muros, las puertas y las torres de Jerusalén (Nehemías 3: 1).
Piense:
“Si los hermanos dirigentes no cumplen fielmente su deber, los liderados tampoco atenderán a los suyos. Los líderes de la obra [...] precisan ser ejemplos del rebaño en todos los lugares. Si lo hacen, tendrán una gran recompensa. Si fracasan y aún permanecen en sus cargos, tendrán una terrible cuenta a prestar”. (EGW, TI, v. 1, p. 678).
Desafio:
Cualquiera sea su posición o responsabilidad, entregue sus dones y talentos a Dios.
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